El parque automotor de Guayaquil supera ya los 633 000 vehículos. Estos dejan su huella de combustión a lo largo de los 4 384 kilómetros de vías que tiene esta urbe costeña.
La problemática de contaminación del aire es real en la ciudad. Los programas de medición del Municipio han determinado que el 60% de las emisiones proviene de vehículos a motor.
De allí que para contrarrestar ese escenario, en la urbe se ha impulsado la movilidad eléctrica en años recientes, con buses y taxis. En este 2022, incluso entre los ‘deliveries’ o repartidores.
Ya en 2019, Jaime Nebot, durante su Alcaldía, presentó 20 nuevos buses eléctricos de la Cooperativa Saucinc, línea 89. Estos se enfilaban a la flota de transporte convencional que circulaba por la ciudad. Ese año, además, abrió sus puertas la primera electrolinera de la urbe.
Con Cynthia Viteri a cargo del sillón de Olmedo, también se pintaron avances en la movilización sostenible. En febrero de 2020, el Concejo aprobó una reforma a la Ordenanza de Estímulo a la Transportación Eléctrica.
Esta motiva a los taxistas para que pasen de la propulsión a combustión a la eléctrica, con un bono de USD 4 000.
Asimismo, impulsa a los dueños de buses de transporte urbano para que opten por un cambio similar, con un monto de USD 15 000. Un centenar de taxistas y 30 buseteros serían los beneficiarios.
En octubre de 2020 se incluyó una flota de 50 taxis para rodar en Guayaquil. Y este 2022 aparece una nueva cooperativa con flota eléctrica y un servicio de ‘delivery’ 100% ecológico.
La apuesta
Carlos Ávila, director comercial de la compañía de ‘deliveries’ ecológicos, dice que apostaron por esta característica en su flota con la adquisición de 100 motocicletas eléctricas. Ellos están conscientes de que en el país hay 20 000 motos a combustión, que generan toneladas de CO2 al día. “Simplemente queremos ser parte del cambio”, explica el empresario.
Se trata de motos que van a 70 km/h y tienen 700 km de autonomía. Se cargan en tres horas y la batería se llena con USD 0,70, frente a USD 4 diarios que gastarían en combustible. Tiene un costo de USD 3 000, “pero su inversión retorna con el tiempo, con el ahorro en combustible”, analiza el representante de la compañía.
Con los taxis eléctricos pasa igual. Un auto de este tipo cuesta unos USD 28 000. Tiene 400 kilómetros de autonomía y amerita una inversión de carga al día de USD 2,50. Esto, frente a los casi USD 20 que gastaría un taxista con un auto a combustión que recorre los mismos kilómetros que uno eléctrico.
Así lo explica el conductor Eber Castro, que este año apostó por adquirir un vehículo de este tipo.
“Es un cambio total. No solo por el ahorro, también es lo último en tecnología. Solo cargo el carro cinco horas al final del día, en un tomacorriente de 220, y lo puedo trabajar un día completo”, manifiesta el profesional del volante.
Situación ambiental
Byron Echeverría Rodríguez, gerente general de una de las cooperativas de taxis eléctricos que tiene la urbe, reconoce que este paso es importante para el medioambiente y la economía.
La Agencia de Tránsito y Movilidad (ATM) hace el estudio de cuántos carros eléctricos tiene hoy Guayaquil. La Asociación de Empresas Automotrices del Ecuador, por su parte, recoge que en 2021 se vendieron USD 9 millones en taxis ecológicos.
En 2020, con la inclusión de 50 unidades de taxis eléctricos se proyectaba completar una flota de 100 automotores de este tipo hasta fines de 2021. Es una de las más grandes de Latinoamérica. Foto: Enrique Pesantes / El Comercio
De acuerdo con datos de la International Energy Agency (IEA), el transporte emite más de 8 000 millones de toneladas de CO2 anualmente. Más del 74% de esas emisiones viene de autos, motos, buses, taxis y camiones.
Según los cálculos del Municipio de Guayaquil, el uso de un taxi eléctrico significa un ahorro de 400 000 galones de combustible. Igualmente, esto ayuda que la urbe deje de emitir 4 525 toneladas de CO2 al año, el equivalente a lo que producen 1 967 ecuatorianos en 12 meses.
Las huellas del transporte eléctrico ya marcan hitos en Guayaquil. En 2021, Ecuador vivió una crisis en el transporte urbano por la liberación del precio del combustible.
Toda la flota de buses paró su actividad y dejó sin movilización a los ciudadanos. La única línea que se mantuvo fue la de buses eléctricos, lo que permitió movilizar al norte de la urbe.